CONOCIENDO SCHOENSTATT

Descubre la Obra del  Padre Kentenich

 

ESPIRITUALIDAD

El P. Kentenich percibió con claridad que la Iglesia necesitaba personas y comunidades que estuvieran formadas desde lo interior de sí mismas,  personas y comunidades que en el "espíritu de los hijos libres de Dios" supieran decidirse personalmente por Dios. Schoenstatt considera que una de sus principales tareas es mantener vivo el espíritu del Concilio Vaticano II y ayudar a plasmarlo cada vez más en la realidad de la Iglesia.

 

En la labor concreta se trata de crear las condiciones pedagógicas que promuevan una fe que cale en la vida cotidiana. Junto con otros medios prácticos para la educación de la personalidad, la espiritualidad de Schoenstatt ofrece sobre todo una formación sustentada en la vida misma: en los acontecimientos, los hombres, los encuentros, el Dios de la Vida nos habla y llama a obrar concretamente.

 

En la Alianza de Amor y en la vinculación a los diferentes Santuarios de Schoenstatt, los hombres hallan un hogar en el amor misericordioso de Dios que es fundamento firme para la actividad apostólica. Se entregan al amor redentor de Cristo que impulsa hacia la acción evangelizadora. Tal como lo acentuara el P. Kentenich en armonía con el Concilio, el objetivo es modelar el mundo desde adentro y en el Espíritu Santo, llevar en sí mismo la atmósfera religiosa y encauzarla hacia el entorno.

 

De este modo Schoenstatt procura generar un clima en el cual crezcan hombres, cristianos, que se decidan libremente, que tomen iniciativas, conscientes de la responsabilidad que tienen para consigo mismos, para con los demás y para con el mundo, que se alegren de la variedad de vocaciones y carismas.

 

Los miembros del Movimiento trabajan en una gran cantidad de proyectos educativos, asistenciales, actividades en el campo de las misiones, la cultura y la política, particularmente en colaboración con otras comunidades religiosas e iniciativas de la Iglesia.

ALIANZA DE AMOR

La Alianza de Amor con María es la forma original que tiene Schoenstatt de  vivir la alianza bautismal. En ella se expresa y se garantiza nuestra alianza con la Santísima Trinidad.

 

La Alianza, es la fuente de la vitalidad y el  centro de la espiritualidad de Schoenstatt, es el corazón de Schoenstatt.

 

 A través de la Alianza de Amor nos convertimos en "Familia", quienes sellan ésta Alianza, se saben y sienten hijos de María y, por ende, hermanos entre sí. El amor a María expresado en esta Alianza, es el medio más rápido y  seguro  de vivir en un contacto vivo y permanente con el Dios de nuestra vida y de  nuestra historia.

 

Al vivir profundamente esta alianza de amor, nace una fuerte conciencia de  misión; lleva a quienes la sellan a convertirse en eficaces instrumentos en manos de  María, para colaborar con ella en la renovación religioso-moral del mundo. Por esta  Alianza  de Amor, Schoenstatt realiza su compromiso de construir la historia en dependencia y contacto filial, libre y total con Cristo, el Señor de la historia, a través de  María, su Colaboradora permanente.

 

LA ALIANZA DE AMOR, LA ESENCIA DE LA FAMILIA DE SCHOENSTATT

 

Con gran alegría y gratitud nos renovamos en la conciencia de que la esencia del ser de  nuestra Familia es la Alianza de Amor con María. Este acto de fe silencioso del P.  Kentenich y un pequeño grupo de congregantes,sigue vivo en nosotros.

EL SANTUARIO

Schoenstatt no es un Movimiento con un Santuario, sino un Santuario con  un Movimiento.

Del Santuario Original, nace todo. Desde que una  Alianza de Amor, transformó una capilla casi  abandonada en Schoenstatt, en un lugar de gracias.

 

LA HISTORIA DE SCHOENSTATT ES LA HISTORIA DEL SANTUARIO

 

 "Quisiera convertir este lugar en un lugar de  peregrinación, en un lugar de gracia para nuestra casa y toda la Provincia alemana y  quizás, más allá...". Proponía el Padre José Kentenich,  a sus  jóvenes discipulos, el  18 de octubre de 1914, en el valle de Schoenstatt, en Alemania.

 

Al tiempo que los invitaba a trabajar para transformar la antigúa y en desuso capillita de San Miguel en un  Santuario mariano,  Hacía dos meses que había estallado la  gran guerra europea, que se transformaría en la Primera Guerra Mundial.

 

Desde aquel día de octubre han transcurrido  100 años. El Padre Kentenich ha muerto - el 15 de setiembre de 1968. Pero sus palabras se han tornado en realidad. El profeta tenía razón. O mejor dicho, el profeta detectó un plan de Dios para con ese lugar. Descubrió una fuente de gracias -en aquel momento apenas un hilo de agua- que hoy se ha convertido en poderosa corriente de gracias, de vida y de ideas, llegando a muchos países y a todos los continentes.

 

La palabra Schoenstatt es pronunciada en todos los continentes, aquella pequeña capillita dedicada a San Miguel Arcángel es actualmente el Santuario "original". Fue reconocido oficialmente por la Iglesia como Santuario en 1947 y se ha replicado en Alemania, Europa, las Américas, África, Asia, Australia, a través de una red de casi 200 Santuarios "filiales".

 

SCHOENSTATT, UN LUGAR DE PEREGRINACIÓN

 

Mucha gente se pregunta si allí se apareció la Virgen, como suele ocurrir en otros  lugares santos. No, en Schoenstatt no hubo ninguna  aparición de la Madre de Dios. Pero ella, ciertamente, se ha manifestado desde ese pequeño lugar; allí ha tomado una iniciativa divina, a través de un instrumento  sacerdotal, el Padre Kentenich. "Todos los que acudan acá para orar" -decía en la plática  del 18 de octubre de 1914- deben experimentar la gloria de María. Allí donde la Virgen  María se hace presente, surge la vida. Allí donde ella se encuentra, hallamos la paz.

 

Allí donde ella se ha vinculado, derrama en abundancia sus tesoros, sus gracias. Siempre en favor de los hombres, sus hijos. Y, como toda buena madre lo hace, preocupándose de manera particular de aquellos que más sufren, de los más necesitados, de los más débiles. Es justo que una madre, es justo que María obre así.

 

SCHOENSTATT, UN LUGAR DE PEREGRINACIÓN PARA HOY

 

Hay muchosSantuarios marianos en el mundo y son muchas las gracias que María concede desde cada lugar. ¿Por qué habrá querido manifestarse también en Schoenstatt? Para responder a esta pregunta, nada mejor que recurrir al testimonio del Padre Kentenich, y a la historia vivida a partir de su fundación.

 

Con aguda percepción de los problemas de su época, y con profunda intuición ante el futuro, el Padre Kentenich detectó que estábamos ante un cambio radical en el mundo. Y, en el centro de la problemática, contemplaba al hombre. Veía un creciente proceso de masificación, detectaba el peligro de su desarraigo de valores, personas y tradiciones. Percibía el creciente fenómeno del ateísmo, ya en desarrollo. Captaba que tiempos nuevos requerían un nuevo tipo de hombre. La Virgen María debía ser su Madre, dar nuevamente a luz a Cristo en el corazón de los hombres. En Schoenstatt y desde Schoenstatt, quería sobre todo manifestarse, como Educadora de ese "hombre nuevo" y de esa "nueva comunidad".

 

Ha surgido un Movimiento de renovación espiritual desde este Santuario

Debemos preguntar también a la historia, a lo ocurrido a partir de aquel 18 de octubre de 1914. Los hechos hablan de un lenguaje elocuente. Miles, millares de personas han encontrado en Schoenstatt un hogar espiritual. Han recibido allí gracias especiales.

 

Desde esa pequeña capillita en el valle ha surgido un fuerte movimiento de renovación espiritual, una gran ola religiosa, que, haciéndose cada vez más grande a medida que avanza, va en busca de "nuevas playas" del futuro. Un movimiento que busca la transformación del hombre en Cristo, a través de una alianza de amor con María. Una corriente de entrega heroica y de santidad (esta era una exigencia del plan original: "Aceleración del desarrollo de nuestra propia santificación y, de esta manera, transformación de nuestra Capillita en un lugar de peregrinación"). Han surgido seis Institutos Seculares, comunidades de dirigentes católicos, comunidades contemplativas, un vasto movimiento laical, un movimiento popular y de peregrinos.

 

Donde está la Virgen María, allí está presente el Señor, allí actúa su Espíritu. Nunca podremos comprender o valorar plenamente las maravillas que obra el Señor. Es suficiente percibir su cercanía para experimentar un profundo asombro. Y sentir nacer en nosotros la gratitud. Así lo expresaba el Padre Kentenich, en forma de oración:

Gracias Padre, porque elegiste a Schoenstatt y porque allí Cristo nace de nuevo. Gracias porque desde allí quieres irradiar al mundo las glorias de nuestra Madre, inundando los corazones fríos con torrentes de amor.

 

El acontecimiento fundacional del 18 de octubre de 1914 en el Santuario original

Si quieres comprender algo en profundidad, debes preguntar por sus raíces. Si queremos captar qué es Schoenstatt, debemos indagar el hecho constitutivo a partir del cual se ha desarrollado.

Y esto nos lleva a un lugar -Schoenstatt- en el valle de Vallendar (Alemania) y a una fecha, el 18 de octubre de 1914. Ese día en la antigua capillita de San Miguel, recién inaugurada, el Padre Kentenich sellaba una alianza de amor con la Sma. Virgen. La plática que diera en esa oportunidad a los jóvenes seminaristas, fue reconocida por él mismo, años más tarde, como el documento de fundación del Movimiento de Schoenstatt. Y su testimonio es decisivo.

 

Al comparar la historia del Santuario de Schoenstatt con la de otros lugares en los cuales también se ha manifestado la Virgen María, constatamos algo común a todos: Dios busca siempre instrumentos humanos a través de los cuales se acerca a los hombres. En octubre de 1914 la Madre de Dios toma una nueva iniciativa en Schoenstatt, Alemania, y ahora el instrumento humano es un joven sacerdote de 29 años, el Padre José Kentenich.

 

Aquel 18 de octubre, el Padre Kentenich comunica a sus interlocutores "una secreta idea predilecta", un "pensamiento audaz", algo que venía gestando hacía cierto tiempo: "¿Acaso no sería posible que la Capillita de nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a ser un lugar, donde se manifieste la gloria de María?". Tres meses antes, el 18 de julio, había llegado a sus manos un artículo escrito por el Padre Cipriano Fröhlich, narrando la historia del Santuario de Pompeya (Italia). Había surgido, no como en otros lugares, por una aparición de la Virgen María. Dios eligió allí un instrumento humano para realizar sus planes: un abogado, Bartolo Longo (recientemente beatificado por Su Santidad Juan Pablo II). El paralelo era sugerente. Lo que había acontecido en Pompeya ¿no podría repetirse en Schoenstatt?

Su propuesta fue realmente audaz. Pero -les decía a los jóvenes seminaristas- "¡cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros?".

 

La historia de Schoenstatt, desde aquel día, comprueba que aquellos anhelos se transformaron en hechos.

El pequeño Santuario de Schoenstatt, se ha multiplicado a lo largo y a lo ancho del mundo, a través de los Santuarios "filiales" (el primero fue erigido en Nueva Helvecia/Uruguay). La presencia de María y la manifestación de sus glorias se ha multiplicado a través de los numerosos santuarios del hogar en las familias. En todos estos lugares, María quiere manifestarse como Madre y Educadora, obrando grandes cosas. Pero en todos requiere también, según leyes permanentes a la historia de salvación, la cooperación humana. Así lo expresa el lema: "Madre, nada sin ti; nada sin nosotros".

 

PASAR EL UMBRAL

 

Hay muchas maneras de acercarse a Schoenstatt.

Como el  Santuario es el eje de todo lo que significa Schoenstatt, la manera más adecuada de acercarse a la parte esencial de Schoenstatt, es la del peregrinar. En el fondo, como cristianos, todos somos peregrinos, buscando el camino hacia el Padre, hacia el cielo. En nuestro peregrinar terreno, Dios nos abre, puertas del cielo, donde se siente que el cielo toca la tierra.

Al pasar el umbral del Santuario de Schoenstatt como lugar santo, en la actitud del peregrino, se puede acercarse lo más profundamente a lo que es Schoenstatt.

MADRE TRES VECES ADMIRABLE DE SCHOENSTATT  (MTA)

El núcleo de Schoenstatt lo constituye la Alianza de Amor con la Virgen. El rasgo mariano quizá es el que más se conozca de Schoenstatt. Como en la imagen de gracias de Schoenstatt, tambien en su espiritualidad mariana se destaca la relación de María con Jesús, la "biunidad".

 

Ella es la gran Portadora de Cristo a los hombres, la compañera y colaboradora permamente de Cristo, el Redentor, en toda la obra de la salvación.

 

La gran gracia que se pide de María en Schoenstatt es la gracia de asemejarse a ella. María es el concepto incorruptible de Dios sobre el hombre, la mujer plenamente humana pero configurada con Cristo, colaboradora en el plan del Padre, que invita a construir libre y activamente su Reino.

 

¿Cuál es el origen de la imagen de la MTA?

En los años 1914-15 los primeros buscaban una imagen adecuada de la Virgen María para su capilla. Un profesor del colegio les regaló una reproducción litográfica de un cuadro del pintor italiano Luigi Crosio. Al inicio, esta imagen no les agradó especialmente, ya que para algunos merecía reparos desde el punto de vista estético. Como no tenían dinero para comprar otra, colocaron esta imagen en la capilla, muy probablemente en abril de 1915. Desde ese momento ha permanecido siempre en el Santuario.

 

Originalmente la imagen que se colocó tenía el nombre de "Refugium peccatorum", "Refugio de los pecadores". Sin embargo los estudiantes de Schoenstatt descubrieron un título con el que se identificaban más por su propia historia: Mater Ter Admirabilis, Madre tres veces Admirable.

 

A mediados del año 1916 se empezó a venerar la imagen de la Santísima Virgen en el Santuario de Schoenstatt bajo este título. "MTA" (como muchas veces se la nombra en Schoenstatt) es la abreviación de la advocación latina "Mater Ter Admirabilis". Su significado gramatical vendría a ser "Madre muy admirable".

 

Posteriormente se ha explicado este título en forma simbólica. Así, por ejemplo, se la llama Tres Veces Admirable como Madre de Dios, Madre del Redentor y Madre de los redimidos; o bien, admirable por su fe, su amor y su esperanza, etc.

LA CRUZ DE LA UNIDAD

“Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre, de pie” dice el Evangelista Juan. La representación simbólica – que el autor, Padre Ángel Vicente Cerró tomó de una antigua imagen de la abadía alemana de María Laach – la muestra junto a su Hijo crucificado, recogiendo en un cáliz la sangre de su costado. Es la "compañera y colaboradora permanente de Cristo en toda la Obra de Redención" en palabras del Padre Kentenich.

 

La Cruz de la Unidad se ha convertido en uno de los símbolos más característicos del Movimiento de Schoenstatt. En ella se aprecian tres símbolos: la imagen de Cristo, la imagen de María y el símbolo del Padre. La cruz de la Unidad expresa la bi-unidad que Schoenstatt quiere proclamar: Cristo es inseparable de María y María es inseparable de Cristo. El símbolo del Padre, desde la cúspide de la cruz, irradia todo: Cristo y María descansan en el Padre, en la cruz que el Padre ha determinado en su plan de amor, como camino de redención. Además, Cristo y María tienen una postura singular: están vivos y mirándose mutuamente en un profundo diálogo de Madre e Hijo. Del costado de Cristo mana la sangre que recoge María con su cáliz. El hecho de que estén vivos no es simbólico solamente, sino que además quiere hacer patente una verdad de fe: Cristo y María, tanto en la cruz como en la realidad, en la actualidad están vivos en cuerpo glorioso.

 

La Cruz de la Unidad es la imagen propia del 'Cristo de las vinculaciones', cuyo anhelo más profundo es que 'todos sean uno', como Él y el Padre son uno. Muestra a Cristo, el Hijo, profunda e íntimamente ligado a María, su Madre, compañera y colaboradora permanente en la Obra de Redención. Es el Cristo de la Unidad que, en la fuerza de su sacrificio y entrega, extendiendo ampliamente sus brazos, une el cielo con la tierra y la tierra con el cielo.

¿Por qué se diseñó la “Cruz de la Unidad”?

 

Esta cruz se gestó como símbolo de la primera generación de sacerdotes chilenos que estudiaban en Brasil y Suiza. Entre 1958 y 1959, cuando los primeros seminaristas pallotinos estaban por ordenarse sacerdotes, quisieron obsequiar al Santuario de Bellavista, que los vio nacer y crecer en la fe, un Crucifijo que expresara la imagen de “Cristo Sacerdote”. Así surgió la idea de representar en el “Cristo de los Vínculos” a Cristo, que es la fuerza del Espíritu Santo y que está profunda e íntimamente vinculado como Hijo al Padre, y también a María, su Madre como colaboradora y compañera permanente de su Misión Redentora de los hombres. “Cristo de la Unidad”, que une el cielo y la tierra; “Cristo Buen Pastor” que reflejando el Amor del Padre une a los hombres con Dios y a los hombres entre sí haciéndolos hijos de un mismo Padre. La cruz original es una cruz trinitaria: además de los símbolos del Padre y del Hijo, el fondo es de color rojo, simbolizando así al Espíritu Santo.

 

En el reverso de la cruz se encuentran 3 frases en latín que expresan ideales y realidad:

“Unum in sanguine”: Unidos en la sangre (de Cristo)

“Tua res agitur”: Tu obra redentora

“Clarifica te”: Glorifícate (en nuestra pequeñez e impotencia)

Se instala la Primera Imagen

 

La Cruz de la Unidad nació en un momento de grandes tensiones en Bellavista, cuando reinaba la desconfianza y la falta de entendimiento entre los miembros del Movimiento. La Cruz de la Unidad original fue colocada en el Santuario de Bellavista en Navidad de 1960 por el P. Humberto Anwandter. Este acontecimiento se llamó “Milagro de la Unidad”, iniciando un nuevo período de unidad en la familia de Schoenstatt en Chile, tras un tiempo que había estado marcado por las dificultades en las relaciones internas.

 

EL P. KENTENICH RECIBE LA CRUZ DE LA UNIDAD

 

El 16 noviembre 1965, cuando el Padre festejó sus 80 años en Roma, los hijos de Bellavista le llevaron como presente la Cruz original, con el deseo de que retornase al Santuario Chileno. El P. Kentenich ya la conocía porque una réplica en madera le acompañó casi 5 años en Milwaukee. Al recibir la “original” y serle manifestada la intención preguntó: “¿Es regalo o no es regalo?”, y ante la respuesta afirmativa, dijo: “Regalos son regalos” y él a su vez la regaló a la Provincia del Instituto de Nuestra Señora de Schoenstatt en Stuttgart, Alemania.

La cruz de la unidad para el Santuario Original llegó como un regalo de la Familia de Schoenstatt internacional en 1997, en el “Año de Cristo”, después de haber recorrido santuarios en los cinco continentes, recogiendo la vida que brota de ellos.

 

UNA CRUZ MISIONERA DE SCHOENSTATT

 

Sin pretenderlo, la Cruz de la Unidad fue extendiéndose a toda la Iglesia. La cruz que comenzó con un puñado de sacerdotes se transformó en cruz para toda la Familia y se extendió por el mundo entero. En el Movimiento fuera de Chile se la llamó primeramente Cruz de Chile. Se encuentra en los terrenos y en el altar de muchos santuarios de Schoenstatt, en ermitas y santuarios hogares.

 

Más tarde, por la densidad de su simbolismo, Cristo y María, comenzó a aparecer en la cruz pectoral de cardenales, obispos, arzobispos, sacerdotes y comunidades religiosas. Este fue el caso de la madre Teresa de Calcuta, quien dispuso que la llevara toda su congregación. Y así fue asumida por muchas comunidades y muchas personas en el mundo entero.

 

La Cruz de la Unidad está en numerosos círculos de la Iglesia como gran anuncio de la imagen que el Padre Kentenich regaló a partir de la Alianza de Amor con María. Para Schoenstatt, es un constante llamado a la misión de llevar a Jesús y María, en alianza, al mundo.

 

Junto a la Peregrina, la Cruz de la Unidad como cruz misionera es el símbolo del año de la corriente misionera en preparación al jubileo 2014 y del jubileo mismo.

HÉROES DE SCHOENSTATT

En el fondo, el cristianismo es seguir a alguien. No es abrazar una doctrina. Lo primero que descubrieron los apóstoles fue la persona de Jesús. Y ese Jesús fue quien los cautivó y les cambió la vida.

 

Dios llega al hombre a través del hombre. En este caso el principio fue el Hombre Dios.

 

Este principio incarnacional lo sigue respetando Dios a través de la historia de la Iglesia. Los grandes santos atrajeron y generaron a otros grandes santos. Es el caso de San Francisco de Asís y Santa Clara o de Don Bosco y Santo Domingo Savio o de San Ignacio y San Francisco Javier. San Ignacio cuenta que trabajó un año para conquistar a Francisco Javier cuando estudiaba en París. Como buen vasco era muy terco pero cuando lo conquistó, le cautivó el alma y se dio cuenta "con este hombre conquisto un continente", y no se equivocó: San Francisco Javier conquistó la India.

 

          Pero ¿qué hubiese sido San Francisco Javier sin San Ignacio? o ¿qué hubiese sido San Ignacio sin San Francisco Javier? Los dos fueron utilizados juntos como instrumentos en las manos de Dios para realizar una gran obra de evangelización.

 

          Esa historia se repite en la historia de la Familia de Schoenstatt. Conocemos la historia del 18 de octubre de 1914, cuyos protagonistas son el P. Kentenich y los congregantes héroes. En el origen, el Fundador no estaba solo. Junto a él estaba la primera generación y entre ellos José Engling. ¿Qué hubiera sido del Padre Kentenich sin José Engling? ¿Qué hubiera sido de José Engling sin el Padre Kentenich? Las grandes personalidades atraen y generan nuevas personalidades. El Dios providente une a los hombres para sus grandes planes.

 

Sus vidas ilustran la historia y la misión de Schoenstatt y de su Fundador

 

Los hijos e hijas espirituales del Padre Kentenich, modelados por él y llevados a una madurez extraordinaria de vida cristiana, son testigos de su Padre espiritual. Las vidas de aquellas personas que han encarnado en grado ejemplar los ideales de la espiritualidad schoenstattiana ilustran la historia de Schoenstatt y la historia de quien los condujo a este ideal y les dio las herramientas para conquistar la meta: junto a Dios y la Santísima Virgen, el Fundador de Schoenstatt. Las piedras preciosas que la Providencia regaló a Schoenstatt son el marco de gema más destacada.

 

  Cada uno de ellos irradia la luz del Fundador y de su carisma: su concepto de una nueva comunidad basada en auténticas personalidades libres, firmes y apostólicas adquiere un rostro, una historia. Las vidas de Karl Leisner, el primer schoenstattiano beatificado, de los seis schoenstattianos beatificados o en camino a la beatificación.

 

Y muchas otras "piedras preciosas de Schoenstatt" cuyas vidas han generado un cambio en ramas, países y grupos de Schoenstatt, ilustran la historia de la Alianza de Amor que es capaz de transformar totalmente a una persona. Y al mismo tiempo iluminan la historia de personas que con su misión, su pasado, sus fortalezas y debilidades, han marcado el destino de Schoenstatt.

 

Prolongación  Av. de la cantera 9900

La Haciendita, Chihuahua, Chih.

 

Email:

contacto@schoenstattchihuahua.org

 

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